Caos. Mi fortaleza
- ctinatrenado
- 21 may 2020
- 3 Min. de lectura
Llevamos más dos meses enfrentando, desde una posición de total incertidumbre la enfermedad, inestabilidad económica, sobreinformación, aislamiento social, etc. Todo esto, nos está afectando, en ocasiones de forma grave. Esto ocurre, debido a que nos sentimos más cómodos en el hacer, que en el parar y reflexionar, porque en este último, surgen sensaciones desagradables que habíamos olvidado o quizá nunca nos habíamos planteado que estuvieran ahí.
La mayoría de nosotros, estaba acostumbrado a llevar una vida “planificada”, tanto a nivel personal como profesional. Teniendo organizado todo por día, semanas e incluso meses. La magnitud de dicha incertidumbre, para muchos resulta ingestionable, lo que deriva en sentimientos de ansiedad y frustración. Estas circunstancias, nos han hecho conscientes de nuestra insignificante posición en el planeta, ante lo cual tenemos dos opciones: mantener un estado de frustración y angustia, o bien adoptar una postura de adaptación, que nos llevará a nuevas formas de ser y hacer.
En este punto, surge la necesidad, de aludir a la teoría del caos, según la cual la naturaleza y el universo en general, no siguen un modelo previsible. Por más que nos empeñemos con nuestra frenética programación, no podemos contar con una previsión exacta y total de los acontecimientos. Este desconcierto colectivo nos angustia, nos hace sentir vulnerables, nos preocupa y en cierta medida también nos paraliza.
Desde la psicología, podemos encontrar que algunos procesos psicológicos como la ansiedad, podrían vincularse a esta teoría. No contar con las respuestas y soluciones inmediatas genera estrés. Para las personas con ansiedad o patologías relacionadas, no saber lo que sucederá, les genera una profunda sensación de malestar, y con esto, una posible evitación de lo desconocido. Os suena aquello de: ¿para desarrollarnos como personas debemos salir de nuestra “zona de confort”?. Con este término, se hace referencia a nuestro entorno conocido más próximo, aquélla parcela dónde nos sentimos cómodos. Bien, pues hoy la evitación puede ir más allá, debido a que nuestra zona de confort ahora se ha reducido y esto inexcusablemente nos afecta.
¿Qué podemos hacer ahora?
La clave está en encontrar tu propia forma de afrontar la situación. Debemos focalizarnos en el presente y determinar aquello que podemos hacer para sentirnos mejor. Para muchos esto se puede resumir en limpiar, organizar, cocinar, leer, ayudar a otros, estudiar, hacer deporte, bailar, escuchar música, pintar, ver la tv….
Para hallar la anhelada calma se recurre además, a tener la despensa llena y completar el “kit de supervivencia” con un arsenal de mascarillas y gel hidroalcohólico. Todas estas rutinas y planificación diaria, nos tranquiliza porque nos aleja del caos. Es importante cuidar nuestro entorno próximo y nuestra actitud, porque de las rutinas positivas, surgirán hábitos beneficiosos, que no son más que el reflejo de nuestra salud mental.
Sin embargo, este “kit” estaría incompleto, si no sabemos utilizar la introspección para indagar más allá de nuestra piel. Se deben respetar los ritmos de cada individuo. Los procesos de solución de conflictos internos, requieren cambios de actitud y eso a su vez requiere tiempo. Mucho más de lo que un análisis superficial podría suponer.
Es importante, reconocer y aceptar las emociones de miedo e incertidumbre como reacción normal y adaptativa, ante una situación imprevista. Pero lo verdaderamente fundamental, es nuestra voz interna, pensamientos, creencias, es decir, lo que nos decimos a nosotros mismos. Para mí, no hay nada más valioso.
Las preocupaciones y pensamientos catastrofistas, no hacen más que aumentar esa incertidumbre. No podemos controlar lo que otros dicen y sobre todo, la forma en que lo dicen, pero sí podemos utilizar un lenguaje adecuado hacia nuestra persona y por ende hacia los otros. Algunas personas, optan por decirse cosas como: esto irá a peor, ¡vaya! sí que has engordado este confinamiento, no volverás a encontrar trabajo, no has aprovechado el tiempo de parón para formarte, con lo poco que estudiaste no vas a conseguir nada en tu vida, etc…Este machaque continuo, nos merma y acaba por influirnos en todas las facetas de nuestra vida. Seguramente, estas palabras nunca las usarías con alguien que quieres, como tu madre, hijo o pareja. Así que, ¿por qué las usas contigo?
Aceptar y respetar nuestra emoción y la de otro, ayuda a introducir elementos de calma en la situación. Las emociones son contagiosas, sobre todo, en situaciones de conflicto. Es importante ejercer el optimismo, aunque sea muy difícil en las situaciones desconocidas. Así, el entusiasmo se contagia y las actitudes positivas, tienden a producirse de forma persistente.
コメント